Medalla de oro al mérito en el trabajo. Doctor en medicina por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Doctor honoris causa por la Universidad de la República del Uruguay. Máster y especialista en cuidados paliativos por las universidades de Barcelona, Granada, Valladolid y Autónoma de Madrid. Miembro fundador y presidente de honor de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). Ex presidente de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial de España.
Morir en paz es algo quizá difícil de definir, pero fácil de detectar cuando una persona se acerca al final de su vida de forma serena, apacible, sin dolor ni otros síntomas importantes y rodeado de sus seres queridos y preferiblemente en su propia casa. Ello daba la oportunidad al moribundo de poder despedirse de sus seres queridos y acercarse al final con la conciencia tranquila.
Esta forma de morir que antaño era algo generalizado, cada vez se hace más difícil en el mundo de hoy. Se trataba de morir manteniendo con las personas cercanas contactos humanos sencillos y enriquecedores. La tendencia, cada vez mayor, de llevar a los enfermos a morir al hospital, hace que muchas personas pasen sus últimos días de vida lejos de sus familiares, en un entorno frío y sin la privacidad e intimidad necesarias para acabar la vida con dignidad. Frecuentemente, incluso sufriendo algún tipo de exceso de tratamiento.
Nunca debemos olvidar que tenemos que estar atentos a las necesidades de su esfera espiritual, común a todos los seres humanos independientemente de sus creencias religiosas. Todo ser humano tiene una dimensión espiritual que no es sinónimo de religioso. Así, perdonar y ser perdonados, amar y ser amados, intentar encontrar un sentido a la vida, a la muerte, al sufrimiento. Los profesionales debemos ayudar al paciente a aliviar su sufrimiento y muchas veces lo conseguimos.
El moribundo debe ser ayudado también a neutralizar los numerosos sentimientos de culpa de todo tipo que con frecuencia se presentan en el proceso de morir. Otras veces el enfermo necesita arrepentirse de algo relacionado con su vida y también reconciliarse con aquellos con los que haya tenido alguna disputa.
Los cuidados al enfermo han de cubrir las necesidades físicas, psicológicas, sociales y espirituales y con más esmero, si cabe, a medida que se acerca el final. Nunca debemos olvidar la importancia que tiene la correcta atención y soporte que hay que suministrar a los familiares que, muchas veces, lo pasan peor que el propio enfermo. Son muchos los miedos y dificultades que pueden sufrir los seres queridos de quien está a punto de morir y a las que hay que saber dar una adecuada respuesta, profesional y humana.
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